viernes, 10 de junio de 2011

Delirium tremens

Y mientras se acarician en los brazos de la luna llena, los labios álgidos se van acercando, las miradas se van perdiendo en el vacío de la noche, las manos siempre suplicando a Krishna y el hombre misterioso que esta noche se encuentra más complacido que nunca, mientras la sonrisa hipócrita de la luna iluminaba el mejor camino por el que antes se hubiera visto...




Pero entre esos escombros de la luna, encuentra aquel instante de felicidad que sólo su musa le brindó, le brinda y le brindará, por eso esta noche el tiempo ya no marca los secretos de la sonrisa de su vida, ya que su miedo de volver al espacio solo, sólo con un cigarro y un vino barato, viene desapareciendo gracias a esta su compañía que será por siempre. Ese hombre misterioso no está condenado a vivir así.

Ya que en su rumbo se encuentra con el placer de su lujuria, donde él trata de encontrar su placebo ya que, parece tranquilo, feliz y complacido... la mejor sensación...


Y con el sol entre sus manos, decide dar el siguiente paso, luchar contra la neblina de los pensamientos, ya que es hora de que él piense en si, mas no es cualquier camino que se le cruce en su camino...


Y en su espera, se encuentró con su bella durmiente, comprendible y querible, juntos en esas tardes que no son...

Entonces, deciden caminar juntos por el Jardín del Eden, ya que hoy son creadores de arte, siempre en Abril, es entonces donde él piensa: "Quédate Abril en mí"...


Soñando siempre en el color que su musa representa, aquel color imposible de pintar, pero posible de soñar...


Y mientras la memoria que rompre el espejismo de sus miradas, esperando la voz que le hace sentir vivo, voz que poco a poco se va alejando junto a los recuerdos de donde él no es el mismo, sino algo de ella...

Y el lado oscuro de la luna... a veces observable por nadie...