Allá a lo lejos...

Y me siento en la cima de la montaña mas alta, donde las infames palabras de mortales hacen que mi ya poco sobreviviente cuerpo analicen aquellas situaciones donde alguna vez me hube hallado… feliz, tranquilo y desequilibrado equilibradamente…
Un fraseo amigo al cual no tuve miedo de creer ciegamente, por mi bien, únicamente respirar aquel oxigeno que trato de encontrar, insinuándome a Dios que cada vez me encentro mas lejos de El, levitando sobre la neblina verde de una ciudad tan hipócrita… una Lima con el cielo color panza de burro donde “...San Martín está que se cae, que se cae del caballo..."

Y mi vida que cada vez la veo tan incompleta, tan errónea, pues así como alguna vez me dijeron “ya pues, bien merecido lo tienes, ya que cada uno cosecha lo que siembra”… en este momento, trato de hallar la felicidad en las siete absorciones de alquitrán que recibo… recordando y meditando… “un hubiese y un no hubiese”

Y es entonces donde Dios concluye su misión para mi… soy ahora yo el que tengo que vislumbrar mi errores, algo absurdo darse cuenta que “lo esencial es invisible a los ojos” (Frase trillada pero con mucho significado) y lamentablemente para mortales como yo, es una manera muy difícil de darme cuenta (actuamos racionalmente equivocados, no irracionalmente, es por eso que si queremos podemos corregir aquellos errores, así sea en otra vida, pero se tiene que hacer), en este camino llamado vida…

Me encuentro cerca al nirvana… a unas cuadras de distancia nada más, pero lo único que me queda es observar aquellos cerros de arena, llenos de vegetación, de vida y de “las gentes”, una “duna de sal” y una vista a mi yo interior…