Los ojos de Dios

Un piano que nombra una melodía… mientras dos miradas se van alejando sobre la superficie del cielo de una Lima donde “...San Martín está que se cae, que se cae del caballo: ¡Ya era tiempo! Sentado en veranoinvierno, primaveraotoño. Siempre, siempre mirando: mirando al mar. Su gran cabeza de bronce no conoce el Parque Universitario: ¡mejor! Sólo siente la niebla y el olor podrido del mar…”

Y ese olor podrido del mar que ahora invade mi cabeza…

Quiero ser los ojos de Dios, alcanzar esa perfección en la que la astilla se convierta en rama, en la que el incendio se convierta en luz, en la que mis infames palabras se conviertan en una sola, en la que mis partes del cuerpo ahora diseminadas por toda la eternidad se vuelvan a unir… ¿Cuál es la manera? Al menos si fuera los ojos de Dios lo sabría, pero no lo soy… aún…

Buscando una tonada perfecta, la terminación de la sinfonía Incompleta, el volverme a encontrar en esa nube… ¿Qué es lo que me falta?... ¡Claro! Ser los ojos de Dios…

Entre el hambre y mi egoísmo, opto por una salida: Despiadadamente libar una gota del mar de lava… algo demente… (Entonces no somos racionales, CREO que recién me doy cuenta de eso)… aunque si fuéramos irracionales actuaríamos por puro impulso, entonces actuamos racionalmente equivocados.

Ahora deambulo entre almas que vuelan al nirvana, sin poder entenderme… avanzan seguras de su guía, mientras yo sólo quiero ser los ojos de Dios… me gustaría ser una de esas almas para robarle los ojos a Dios…

Un alquimista me enseñó a fabricar los ojos de Dios. No se requieren ofrendas de un aroma de mirra, tampoco una locución trillada. Lo único que se necesita es una mirada… Pero ahora por mi actuar racional y equivocadamente mi mueca hace que los faros dejen de alumbrarme…

¡Qué egoísta de mi parte! Pero sobrevolar esa paz interior, para poder llegar a ella es un trabajo muy difícil, no lo sería si fuera los ojos de Dios…